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Empatía
- Por herminiapsicologia
- El 11/06/2024
La empatía es una cualidad que poseen las personas que son capaces de ponerse en el lugar del otro, compartiendo su dolor o su alegría, sus preocupaciones o sus esperanzas.
Esta habilidad social tan valorada -aunque no tan extendida como nos gustaría- pone a estas personas en una situación especial que los diferencia de aquellas que carecen de empatía. Por eso hay situaciones que solo la gente empática es capaz de comprender.
Las personas empáticas tienen tendencia a ser indulgentes respecto a los defectos y debilidades de las personas. Por eso, una persona empática es capaz de entender que incluso en las peores circunstancias, una persona es capaz de tener buenas intenciones, de pedir perdón o de apreciar cualquier gesto bueno en su beneficio.
Rara vez podemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos en el primer contacto. Puede que ni siquiera podamos hacer en el segundo ni el tercero.
Las personas empáticas comprenden que la primera impresión no es tan importante como la pintan, y que es posible superarse a medida que la confianza crece. Las personas empáticas saben que conocer a una persona lleva toda una vida.
A todos nos gusta que nos escuchen y que nos dejen hablar sin sentirnos juzgados. Las personas empáticas saben que escuchar es una gran virtud y que, cuando alguien necesita hablar, su silencio es un regalo, incluso aunque el otro tarde en arrancarse a desnudar su corazón.
Las personas empáticas sufren el dolor y la alegría de las personas que quieren, y saben cuándo deben estar. Pero también saben cuándo sobran y tienen que marcharse.
El problema que tienen las personas empáticas es que les cuesta cortar los lazos con las personas que resultan tóxicas en su vida porque emocionalmente están conectados.
Para otros es fácil desprenderse de aquellos que les hacen sufrir, pero para una persona empática es un duro trabajo de desvinculación emocional que nunca se rompe por completo.
Las personas empáticas saben lo que necesitan los demás y cuándo dárselo a la gente. Sin embargo, cuando ellos son los que necesitan de otros o esperan algo de ellos no suelen recibirlo. Esto provoca en las personas empáticas una sensación de vacío y frustración.
Aun así, no son capaces de devolver la misma moneda, y siguen haciendo lo que tienen que hacer cuando sienten que deben hacerlo.
Las personas empáticas cuidan sus palabras antes de hablar, especialmente cuando la felicidad o el ánimo de la otra persona está en juego. Las personas empáticas buscan las palabras que el otro necesita oír y las dicen con delicadeza, buscando la manera de no hacer daño.
Las personas empáticas se encuentran a menudo en situaciones complicadas en las que ejercen de abogado del diablo con el fin de ayudar al otro a aclarar sus pensamientos.
Las personas empáticas no se conforman con decir lo que el otro quiere oir, sino que le demuestran la realidad con eficacia e inteligencia.
Las personas empáticas no viven la vida en los extremos, sino que disfrutan los matices. Cuando alguien se pone en uno de los extremos, las personas empáticas son capaces de mostrarle que no todo es blanco o negro, mostrándole todas las posibilidades que hay por el camino.